El compostaje es un proceso biológico aerobio (en presencia de oxígeno) que, bajo condiciones de ventilación, humedad y temperatura controladas, transforma los residuos orgánicos degradables en compost que se puede utilizar como abono orgánico. Los envases compostables ofrecen, por tanto, la posibilidad de ser revalorizados convirtiéndolos en compost al final de su vida útil.
Los materiales compostables son la opción más sostenible en muchos casos, como cuando el envase es de pequeño tamaño o parte del producto queda en su interior tras el uso como, por ejemplo, las cápsulas de café.
Todos los envases compostables deben ser sometidos a un proceso certificador que establezca las condiciones (plazo y temperatura) en las que el packaging se descompone y que verifique el cumplimiento de los plazos y forma indicados en la normativa vigente. Esta normativa certifica la composición química, la biodegradabilidad, la desintegración y la calidad del compost.
Existen principalmente dos tipos de compostaje: el industrial en el que el residuo es tratado en plantas municipales y el doméstico en el que el residuo se puede degradar en nuestra compostadora casera. Cada tipo de compostaje fija unas condiciones de humedad, temperatura y cantidad de microorganismos necesarios para su descomposición.